Más allá de la montaña

Salir a conocer todo cuanto el mundo tiene que ofrecer, debería ser razón suficiente para tomar la carretera con rumbo fijo hacia el asombro de lo desconocido, sin embargo se me ocurren muchas otras razones para hacerlo.

La rutina de recorrer diario las mismas calles para ir a trabajar, sin mayor recompensa que un par de días a la semana para “descansar” y quizás diez días al año para “vacacionar”, es para mi, un panorama sofocante; si el mundo tiene tantos espectáculos maravillosos esperando a ser presenciados, ¿por qué quedarnos al margen, viendo la vida pasar en la pantalla del celular?

Teniendo en cuenta esto, decidí dejar por un rato “la chamba” y salir a conocer el mundo; acompañado de mi amor (mi cómplice, mi todo) y de mi cámara, deseo visitar todos esos lugares asombrosos de los que he escuchado hablar, y compartir con el mundo nuestras aventuras, experiencias y todo lo que vayamos aprendiendo acerca de ser una pareja nómada.

Llevar una vida “bien”: terminar la carrera, obtener un buen puesto, hacerse de familia, llevar las crías a buenas escuelas, manejar un auto del año, no tiene nada de malo, quizás sea la aspiración de la mayoría. Sin embargo, yo sueño con amaneceres remotos, cielos despejados y cascadas caprichosas, deseo platicar con los bosques y deslizarme en las vertiginosas dunas del desierto.

Ser como niños otra vez, tener el alma colmada de pasión por descubrir qué hay más allá de la montaña, salir sin saber qué aventura nos llama, es mi “por qué” para salir de viaje, el “cómo” ya lo encontraré en el camino. Puede ser que alguien observe lo que hacemos y se inspire a levantar el vuelo, a tener un estilo de vida fuera de lo convencional, y declarase también un espíritu libre.

Si en algo se nos ha de ir la vida, que sea viajando.